En España reinaba Felipe III el Piadoso y, en lo climatológico, una Pequeña Edad de Hielo que congeló hasta el Tajo, era dueña de Europa. Desde entonces, inicios del siglo XVII, el aire no ha sido tan seco como ahora y esta vez no lo es por el frío, sino por el aumento de las temperaturas. Es la principal conclusión que obtienen una cincuentena de científicos que han leído la anomalía en los anillos de árboles de toda Europa. Los últimos 30 años la aridez de los cielos europeos ha sido mayor que en los pasados 400. La sequía atmosférica se une así a la provocada por la falta de lluvias y la sequedad del suelo. El cóctel podría estar detrás tanto de los incendios en Centroeuropa de los últimos veranos como de las malas cosechas en el sur del continente.
Una amplia red de 67 científicos ha participado en una investigación liderada por dendroclimatólogos del Instituto Federal Suizo de Investigación sobre Bosques, Nieve y Paisaje, WSL. La dendroclimatología estudia el clima en los árboles. Cada primavera, crecen y eso se manifiesta en un ensanchamiento anular del tronco. El grosor de cada anillo depende de lo bien que le haya ido al árbol ese año, la disponibilidad de agua, de sol, de nutrientes… La celulosa de esta madera se compone de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno. Con las variaciones de este último, la investigadora del WSL Kerstin Treydte y sus colegas de laboratorio han podido saber la humedad que había en el aire hace 10, 100 y hasta 400 años.