Argentina, Uruguay y Chile atraviesan una sequía extrema y altas temperaturas, provocando pérdidas de cosechas y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria, el acceso al agua, la salud de las personas y también los ecosistemas.

Científicos de Argentina, Colombia, Francia, los Estados Unidos, los Países Bajos y el Reino Unido han colaborado para evaluar en qué medida el cambio climático inducido por el ser humano ha alterado la probabilidad y la intensidad de las escasas precipitaciones que han provocado la sequía, centrándose en los tres meses especialmente graves, de octubre a diciembre de 2022.

El análisis de la Atribución Meteorológica Mundial ha concluido que el cambio climático no es el principal impulsor de la reducción de las precipitaciones. Sin embargo, ha demostrado que el cambio climático ha producido un aumento de las temperaturas en la región, lo que probablemente ha reducido la disponibilidad de agua y empeorado los impactos de la sequía.

El alto impacto de la sequía en la agricultura y la actividad económica pone de manifiesto la necesidad de reducir la vulnerabilidad ante la falta de precipitaciones, tomar medidas que mejoren la gestión del agua y la anticipación de la sequía mediante previsiones estacionales y establecer mecanismos de seguro para ayudar a los agricultores a hacer frente a estos fenómenos y mejorar la resiliencia.